lunes, 29 de noviembre de 2010

CON LA FUERZA DE UN LEÓN

La recuperación viene bien, mejorando día a día, si todo sigue así llegaré a jugar en febrero”. Puro esfuerzo, y polenta es lo que esta poniendo Agustín Farías en su rehabilitación que consta de trabajos físicos, y diferenciados junto al kinesiólogo Andrés Palas. Caminatas, bicicleta, pileta, y una positiva actitud, son las herramientas que el volante utiliza para volver muy pronto a defender la casaca tricolor.
Palpitando su regreso compartimos el perfil de un jugador “con sed de retorno”.

Dentro de la cancha es toda una fiera, con garras y dientes pelea todas pelotas, y se adueña del campo de juego como un león. Fuera del verde césped parece ser todo lo contrario. Sencillo, humilde, hasta un poco tímido, Carlos Agustín Farias, el enorme volante que tiene Almagro, con tan solo 22 años comienza a dar los primeros pasos de lo que augura ser una futura estrella.

Apadrinado por otro aguerrido león, Matías Jesús Almeyda, fue quien lo trajo de Azul, ciudad natal de ambos jugadores. Llegó hace dos años con las ilusiones volcadas en una oportunidad que se le abría gracias al “Pelado”. En uno de los partidos disputados en la ciudad centro de la Provincia de Buenos Aires, donde se suelen enfrentar todos los fines de año jugadores ya profesionalizados nativos, y los locales que aún la pelean, el capitán de River lo vio, y lo toco con su varita mágica para que hoy Agustín, y desde hace ya dos años integre el plantel profesional de Almagro, en el que disputó el Torneo Nacional B, y actualmente pelea en la B Metropolitana.

La más difícil la tuvo cuando disputaba el clásico frente a Estudiantes de Buenos Aires, donde sufrió una dura lesión ligamentaria que lo lleva a estar alejado del campo de juego hasta Febrero de 2011, fecha estimada para los médicos, porque su perseverancia, su trabajo, su responsabilidad, y por sobre todas las cosas su Fe le dan confianza para saber que con esfuerzo llegará mucho antes. Y si alguien lo necesita es Mario Rizzi, técnico del Tricolor, que en cada nota tras una derrota se lamenta de no poder contar con el cabezón Farias.

Con un perfil apacible, pero a su vez ansioso. Esa ansia por volver a recuperar esa titularidad que había ganado fruto de su esfuerzo, y demostración de lucha y contienda. Con una mirada llena de ilusión, esa que tienen aquellos que transitan por un sueño producto de no perder el anhelo. Su historia se contradice a la de tantos chicos que hacen inferiores en las instituciones. Agustín la peleó desde su cuna, aquella ciudad que lo vió nacer. Y que como madre de muchos grandes, como es el caso de Almeyda, hoy entrega a otro de sus pichones…. Aunque más que pichón de crack, es un León en crecimiento.

Giselle Illuzzi