domingo, 3 de mayo de 2015

EL INOLVIDABLE MOMENTO QUE MURIO LA PUTA RACHA


Como el cielo, que había cambiado mil veces, nuestro espíritu se bamboleaba entre nubes amenazantes que presagiaban lo peor (como en las 28 fechas pasadas) y el sol que luchaba para imponerse y ganar (como no se había podido en las últimas 28 fechas).
Pero hubo un momento determinante.
Fue absolutamente mágico y extraño.
Solo nosotros sabíamos lo que pasaba.
Se dio en medio del asombro de los árbitros que sorprendidos no pudieron controlarlo y los rivales (jugadores, dirigentes y periodistas presentes) que no comprendían profundamente lo que sucedía.
Para hablar de ese preciso instante debemos comenzar el relato dos minutos antes.
Justo cuando se realizaba la primera modificación decidida por el DT.
Maxi Castano se retiraba extenuado e ingresaba Nico Yaque, en medios de aplausos.
El público celebraba la victoria parcial cautelosamente.
Una tensión sobrevolaba el Tres de Febrero.
Nadie ya reconocerá que esperábamos un cachetazo, aún siendo superiores en el campo de juego, cada ataque del visitante inquietaba desproporcionadamente.
Algunos silencios se imponían como baches.
Se multiplicaban murmullos, como rezos, cuando no teníamos la pelota.
Ganábamos claramente, sin embargo un mal presagio se nos imponía caprichoso, producto de esa maldita racha que hasta entonces resultaba invencible.
Pero volvamos a la salida del más viejo, experimentado y sacrificado de la tarde para darle ingreso al uno de los más jóvenes.
Maxi todavía saludaba al cuerpo técnico en el banco, cuando el muy maleducado "Betito" Yaque, tomó una pelota sobre la línea izquierda del ataque tricolor, la pisó retrocediendo y se acomodó para meter una tremenda rabona habilitando a Ruiz Sosa, que trianguló con Chávez, quien combinó con un pase en cortada para Arce, que ingresando al área definió cruzado, de zurda y por debajo del arquero.
Goooooool....
¡Si señores!
Era el segundo gol, con el que comenzábamos a asegurarnos el triunfo.
Pero, detengámonos ahí. 
Justo ahí...
Ese fue el momento del que le hablamos.
Se gritó de manera desaforada.
Por supuesto más que el primero de la tarde y que todos los goles del año.
En las tribunas, en el campo de juego, en el aire, en el universo algo había cambiado.
El fantasma mala leche agonizaba y ya sería muy difícil que encontrara argumentos para seguir imponiéndose.
El abrazo de los jugadores se convirtió en un ramillete de camisetas azul, blanco y negro.
Se sumaron los suplentes que con pecheras fluor, que ingresaron al campo de juego enojando al árbitro que corrió a sacarlos.
Tampoco pudo el juez de línea con Castano que recién había salido y volvió a entrar a la cancha.
El pelado corrió 40 metros hacia sus compañeros, tras eludir al "lineman" como si fuera un defensor, para terminar en esa montaña humana de jugadores tricolores.
Un festejo que se estiró inusualmente, que se replicó en abrazos en el banco y hasta lágrimas en la tribuna.
Posiblemente sea muy difícil de entender para quien no sea hincha de Almagro, pero a los que nos fluye sangre tricolor, ese momento vivido ayer será inolvidable.
El preciso instante en el vencíamos a la puta mala racha.