lunes, 16 de junio de 2025

ROMANITO, EL SANTO DE ALMAGRO

 

El futbol argentino tiene santos que aún no fueron canonizados.

Personas que habitan los clubes con virtud heroica y fama de santidad.

El texto que aquí comienza tiene como objetivo dejar sentado que el Club Almagro tiene un candidato para

postular.

Tómese las siguientes líneas como un humilde primer paso ante semejante desafío.

Aquí entonces la historia Santa entre una persona y un club.

Francisco Romano, para todos Romanito y su vida entregada al Club Almagro

 


EL DESPERTAR DEL TEMPLO


Romanito tenía apenas unos cuantos años cuando las primeras paladas de tierra removida empezaron a cambiar

el paisaje del barrio José Ingenieros. Cada vez que pasaba por allí veía como un ejército de hombres con

herramientas y carretillas iban y venían, como si estuvieran dándole forma a un misterio que solo ellos conocían.

Al principio sospechó que se trataba de una fábrica, un nuevo mercado, o quien sabe qué construcción sin alma.

Pero con el paso de los días, algo en el aire comenzaba a transformarse. No eran ladrillos y cemento, no eran solo

tablones amontonados. Había un murmullo nuevo en el barrio, un cosquilleo en el viento que parecía traer voces

aún no pronunciadas, cantos no entonados y parches de bombos listos para ser golpeados.

Una tarde, curioso, se acercó al alambrado improvisado que rodeaba la obra. Vio como delineaban un rectángulo

perfecto en la tierra, como si fuera un portal a otro mundo. Y entonces, un viejo del barrio, con la mirada llena de

orgullo, le dijo casi en un susurro:

Acá van a hacer una cancha pibe, la cancha de Almagro.

Romanito sintió que algo dentro suyo despertaba. No entendía del todo que significaba, pero en su pecho, donde

el corazón latía más fuerte que nunca, supo que ese lugar ya le pertenecía, O quizás, que él ya pertenecía a ese

lugar.

 

A partir de ese día, su vida y la del estadio crecerían juntas, Porque hay amores que nacen con los años, pero otros

que están escritos antes de que podamos entenderlos.

 


PEREGRINACION A SANTA FE


El esperado fin de semana había llegado. Romanito, con ansiedad y determinación, emprendió su primer viaje

siguiendo a Almagro al interior. Medio día viajando por 90 minutos de fútbol. Sería la primera de muchas, pero la

más inolvidable.

El 27 de septiembre de 1958, junto a un amigo, partió desde la estación José Ingenieros. Juntaron su escaso

dinero en un pozo común, al que Romanito le sumó dos sándwiches de milanesa envueltos en papel madera, la

vianda perfecta para la travesía. Eligieron el tren común, el más barato, que tardaba más de 10 horas en llegar a

Santa Fe.

El viaje fue una mezcla de sueño, charlas y el ruido metálico del tren. Durante la madrugada, un vendedor

ambulante subió en una de las tantas paradas fantasmales y compraron una bolsita de maní para engañar el

hambre.

Ya en Santa Fe, caminaron 30 cuadras hasta la cancha de Colón. El partido comenzaba a las 15:30, pero ellos

llegaron temprano, devoraron los sándwiches bajo la sombra de un árbol y se dirigieron a la boletería. Ahí llegó el

primer problema: la popular costaba $10, más de lo que esperaban. Se miraron, contaron su dinero y, sin dudar,

compraron las entradas, aunque eso significara quedarse sin plata para volver.

Entraron al estadio, treparon a la tribuna y se ubicaron en la última fila. Un parrillero encendía el fuego para los

choris, los miraba con curiosidad: eran los primeros en pisar la cancha. Eran de Almagro.

 


UN PARTIDO CON INDICIOS DE MILAGRO


Colón no venía bien, pero de local era fuerte. Sin embargo, ese día todo puso todo para ganarle a Almagro. Sin

embargo, a los 5 minutos, Scarabelli marcó el 1-0, su primer gol con la tricolor. Diez minutos después, Casado, el

delantero de bigote finito, aumentó la ventaja. Romanito y su amigo se abrazaron con fervor. El descuento de

Colón no fue suficiente, la victoria era de Almagro.

Al bajar de la tribuna, la alegría chocó con la realidad: no tenían dinero para volver. Los 600 Km. hasta casa se

sentían imposibles. Pensaron en pedir ayuda, pero ¿A quién?

Romanito vio el micro del plantel y tomó una decisión atrevida. Se acercó a dos dirigentes que conversaban

felices por el triunfo. Eran Juan Anselmo Tomaro y Armando Zumpano. Tomaro, más simpático, tuvo que irse

justo cuando Romanito juntaba coraje, dejándolo solo frente al serio Zumpano.

Con timidez, le explicó su situación: el entusiasmo del viaje, el error en los cálculos, la emoción del partido y la

falta de dinero para regresar. Zumpano lo escuchó en silencio, lo miró fijamente y le dijo: "Espérenme acá".

El estadio se vació. La ansiedad crecía. ¿Lo ayudaría realmente? La única certeza era el micro esperando. La duda

lo atormentaba: “¿Por qué no me dio, aunque sea 10 pesos?”

 

De pronto, la puerta del vestuario se abrió. Salieron los jugadores, el DT, el utilero... Y finalmente, Zumpano. Se

detuvo frente a Romanito y le preguntó su nombre.

—Francisco Romano, pero me dicen Romanito.

—Y decime, Romanito, ¿te gustaría volver con nosotros en el micro?

Todo brilló. Subió con el plantel y emprendió el viaje de regreso. Desde entonces, él y Almagro nunca más se

separarían.

En murmullos furtivos, todos sentían lo mismo, aunque nadie se atrevía a expresarlo. Sin una explicación

científica, coincidían en que una 'energía especial' emanaba del chico que regresaba con los jugadores, como un

susurro que los guiaba hacia la victoria.


 

CONSAGRACION EN EL VESTUARIO


Romanito trabajó barrendero de la municipalidad de Buenos Aires y fue empleado de la fábrica de bizcochos

Canale, pero también vendió sandias y pollos con un carro.

En todos los lugares donde pasaba dejaba su marca distintiva: la de un tipo tan bueno que contagiaba bondad y

con una simpatía constante contagiando sonrisas con su andar.

También fue murguero, fundador de "Los elegantes de José Ingenieros".

Toda esa mezcla de saberes un día se concentraron en el vestuario de Almagro.

La cosa fue así, al tiempo del regreso desde Santa Fe junto a los jugadores y directivos, Romanito recibió una

propuesta inesperada.

Don Zumpano, que lo había "salvado y premiado” aquella tarde, se enteró que tenía una camioneta y le preguntó

si estaba dispuesto a trasladar a las canchas visitantes todos los elementos de utilería del primer equipo.

No lo dudó, dijo que sí y ni siquiera aceptó le pagaran la nafta, por el trabajo.

Esa actividad le permitió ser parte del vestuario y aprender el oficio de utilero junto al legendario Humberto Arce,

convirtiéndose en su ayudante.

Su vida desde entonces fue siempre junto a los planteles, festejando los ascensos a Primera y levantando el ánimo

en las derrotas.

Cuando en 2014 las cosas se pusieron feas y Almagro acumuló 28 partidos sin triunfos inventó otro de sus trucos,

se puso a bailar murga en el vestuario, la mufa se terminó y el tricolor volvió a ganar. A partir de ese día bailó para

los jugadores todos los fines de semana.

 

UN SANTO TRICOLOR

 

Hace poco empezó a alentar desde el cielo y nos dejó a todos un poco solos.

Romanito fue, básicamente, bueno.

Dedicó su vida a repartir bondad en las tribunas de Almagro.

Era un tipo redondo.

Petiso y de cuerpo ancho, no gordo: ancho.

Y digo redondo porque su cara era redonda, con cachetes redondos y dos ojos finitos que se escondían detrás de

uno lentes con grandes cristales ahumados, también redondos.

No se le conocieron enemigos.

Queda el recuerdo la eterna discusión con Ángel “La Biblia” Forestiero, el sabio de Almagro, en torno a la

ubicación del Estadio Tres de Febrero: Romanito decía José Ingenieros; Ángel, Villa Raffo. Era un espectáculo

oírlos fundamentar y terminar el debate entre risas y abrazos sellando su mutuo reconocimiento. Hoy deben

seguir haciendo de las suyas en otra dimensión.

El Santo necesita al menos dos milagros para serlo. Ambos deben ser examinados y probados consiguiendo ser

beato tras el primero y finalmente Santo con el segundo.

A Romanito le sobran milagros. Romanito es el Santo de Almagro.



Cuento escrito por Juan Pablo Zumpano, representando al Club Almagro, incluido en el Libro "Futbol, cultura y pasión" publicado por la Secretaria de Cultura de la Asociación de Futbol Argentino (AFA).


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